Atlántida Film Fest – Reflejos

Variaciones y variedades para un solo camino

6 documentales, 6 visiones que giran en torno a lo mismo, el mundo del cine. Cada uno de ellos centrándose en aspectos diferentes, que pasan desapercibidos, tanto del proceso de creación como de la vida más allá del rodaje y estreno de una película. Los estilos, asimismo, varían de uno a otro, desde el documental clásico con voz en off y entrevistas a los implicados en, por ejemplo, Reel Dreamers (Silvia Angrisani y Lorenzo Cioffi), hasta la vivencia en formato making of sui géneris de las entrañas de un rodaje en A ritmo de Jess (Naxo Fiol).

No obstante hay que resaltar, y eso les otorga más valor si cabe, teniendo en cuenta la disparidad de calidad y perspectivas formales, la capacidad de interacción que tienen entre ellos. Efectivamente estos 6 documentales nos permitirían trazar un camino que va desde la idea, las dificultades de ejecución y distribución y su vivencia cinéfila hasta su conservación y por último la memoria que queda de ella. Es por ello que vale la pena analizarlos siguiendo su curso, creándonos un continuo que permita comprender un poco mejor qué es una película, su significado más profundo.

Como bien nos indican sus protagonistas una película no puede existir sin una condición previa: el guión. Sobre esta premisa pivota Writing Heads: Hablan los guionistas (Alfonso S. Suárez), mostrando los diversos puntos de vista de diferentes guionistas sobre aspectos concretos de su trabajo. El proceso de creación, las mutaciones posteriores, su relevancia dentro del rodaje, todos ellos elementos que ayudan a conocer y reconocer la labor del guionista. En este sentido este documental es válido para penetrar en los entresijos de la profesión, pero más allá de eso no aporta ninguna nota especialmente interesante. Quizás su fórmula de entrevistas se hace demasiado reiterativa, con demasiadas voces diciendo prácticamente las mismas cosas. Se echa de menos algo más de autocrítica y menos victimismo en algunos de sus participantes, especialmente para darle una paleta más multicolor a un reportaje que por momentos resulta tan monocorde como poco interesante.

A ritmo de Jess parece contravenir, o como mínimo matizar, el axioma anteriormente comentado sobre la necesidad de guión. Y es que este viaje a las entrañas del caótico rodaje de la última película de Jess Franco resulta una experiencia tan educativa como loca. Podríamos estar ante un auténtico “anti making off” donde lejos de la típica entrevista jabonosa a los implicados en el rodaje podemos observar como un espectador más el día a día de la filmación. Sin planificación, sin storyboard ni guión, asistimos al ataque de nervios continuo de un equipo técnico que en muchísimas ocasiones no da crédito a la calma socarrona de un Franco que tira de oficio para sacar adelante el proyecto. Un documental que consigue despertar simpatía inmediata por sus protagonistas al mismo tiempo que es un reflejo de las dificultades y limitaciones del cine de bajo presupuesto.

En este sentido Jess Franco podría haber sido el padre (o incluso el abuelo) de los protagonistas de Baratometrajes 2.0 (Daniel San Román y Hugo Serra). Es este otro documental en formato entrevista donde diversos directores de cine de bajo presupuesto nos hablan de sus dificultades en la realización y distribución posterior de sus obras. No pueden faltar lógicamente el debate al respecto de las nuevas tecnologías, la piratería e Internet visto como una oportunidad más que como un problema. Una vez más estamos ante un documental coral en cuanto a cantidad de voces pero al igual que en Writing Heads se nota un cierto corporativismo en cuanto a opiniones que impide un debate más amplio al respecto de lo tratado. Eso sí, Baratometrajes 2.0 consigue poner encima de la mesa la existencia de otro tipo de cine, oculto para muchos espectadores, que vale la pena reivindicar. En cierto modo este es un documental sobre idealistas que consiguen realizar un sueño.

De sueños precisamente nos habla Reel Dreamers, un recorrido por los pequeños cines de barrio que abundan en París que nos permite conocer de primera mano las dificultades en el mantenimiento de estas salas, pero también la voluntad de crear un circuito donde se siga pudiendo ver clásicos o pequeñas películas de autor más allá de la programación de las grandes multisalas. Es este un ejemplo de documental sintético, que hace de la concreción y del sentido del humor su virtud. Estamos ante una lucha por amor al cine vista por unos, como su título indica, proyeccionistas de sueños que quiere servir de toque de atención en cuanto a la preservación de espacios comunes donde compartir experiencias cinematográficas.

Pero para que estas “reels” (bobinas) portadoras de sueños existan debe haber alguien que las proteja. En Rescatando sombras. Cine, muerte y memoria (Julián Franco Lorenzana) nos adentramos en el mundo de la conservación. De los métodos para la óptima preservación del celuloide o para su restauración. A través de la mirada de profesionales del sector o responsables de filmotecas se vincula el cuidado con el que se tratan los materiales con el amor a su contenido, y por tanto su profesión y los centros de “memoria cinematográfica” se presentan como casi la última línea de defensa del cine. Un documental planteado como un viaje, con entrevistas, pero también como espacio para la reflexión y la ensoñación de tintes casi poéticos.

Más allá del material físico hay otro lugar donde se almacenan las películas, la memoria del espectador. Esa memoria es la que reproduce y en cierto modo distorsiona nuestros recuerdos cinéfilos. No es extraño preguntarse los motivos que llevaron a un director a filmar lo que filmó en su momento. En ningún lugar (Laurence Garret) se ocupa precisamente de esta clase de asuntos; centrándose en la figura de Buñuel nos adentramos en un viaje por las tierras de donde procedía. Hurgando en sus peculiaridades paisajísticas, en sus usos y costumbres, se intenta comprender cómo todo ello influyó a posteriori en su visión cinematográfica, en sus obsesiones temáticas, pero sobre todo para ayudar, mediante la descripción en off de una voz que conecta cine y realidad, a la mirada del cinéfilo-turista a entrar en la mente del cineasta, a comprender por entero su obra más allá del los análisis puramente formales de su cine. Un documental que es más una proyección posfílmica, una interpretación de cómo un director se retroalimenta de sus obsesiones y al mismo tiempo nos hace partícipes de ellas.

Una forma de cerrar el círculo iniciado con un papel en blanco y un lápiz y que acaba alimentando nuestra imaginación. Puede que queden pocas cosas exactamente iguales a como se iniciaron en el papel, pero eso es lo que permite al cine su continua mutación en todos los formatos posibles, pervivir, impactar, crear vínculos que, aun vividos de forma distinta, crean consciencias y recuerdos colectivos. Cine, en definitiva.

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