DVD “Edición Coleccionista” - Versus
El espejo de las tres caras (La glace à trois faces, 1927) se presenta desde sus primeras secuencias como un drama amoroso. Pronto la materia narrativa empieza borrarse, es la fuerza de la imagen lo que embarga al espectador. Sucede en escenas como la del restaurante en la que Pearl se abstrae del concurrido local y se interna en una espiral de pensamientos que Epstein plasma en unas imágenes de singular riqueza plástica. Primero la cámara muestra un primer plano de Pearl junto a su amante. Su mirada se pierde fuera del encuadre. En sus ojos, una lágrima es como un destello que golpea la materia fílmica, la imagen se resquebraja. Descubrimos que sus ojos miran hacia dentro del cuerpo, ojos bisagra que introducen al espectador en el interior de un cuerpo, en el seno de una imagen hecha de otra materia distinta a la mimética. La puesta en escena del rapto amoroso de Pearl lo es también del enamoramiento de Jean Epstein cineasta con el lenguaje cinematográfico. Una revelación que me golpeó desde que me acerqué por primera vez a las imágenes del cineasta galo.
Conocí a Jean Epstein a través de una entrevista de Nicole Brenez a Philippe Grandrieux. En The body’s night Brenez relaciona la invención formal de los dos cineastas y los escritos teóricos de Epstein con la figuración de los cuerpos de Grandrieux. [1] Cuatro líneas fueron suficientes para despertar mi curiosidad. ¿Quién fue Jean Epstein? Quise leer sus escritos teóricos, ver sus películas, pero lo que encontré, en lo que concierne a publicaciones en el estado español, fue un espacio vacío. Un espacio que ha empezado a poblarse gracias a la labor de teóricos como Angel Quintana o Daniel Pitarch, que recuperan algunos textos de los Écrits sur le cinema de Epstein en el año 2009 en Jean Epstein: La forma que piensa [2]. Por eso celebro la iniciativa de Versus de editar el DVD El hundimiento de la casa Usher junto con más textos teóricos del cineasta francés y algunas reflexiones de los coordinadores del especial de Archivos, entre otros materiales. Un paso más para hacer visible la obra de Epstein, en una edición que acertadamente incluye otras dos películas de necesaria revisión o descubrimiento: El espejo de las tres caras y también El domador de tempestades (Le tempestaire, 1947), la culminación de la investigación teórica y formal del cineasta francés.
La caída de la casa Usher de E. A. Poe arranca con una visión, la mirada de desasosiego del protagonista a una casa que despide una opresiva atmósfera de melancolía y tristeza. Una atmósfera que se manifiesta en forma de visión o ensueño: “…cuando de nuevo alcé los ojos hacia la casa desde su imagen en el estanque, surgió en mi mente una extraña fantasía, fantasía tan ridícula, en verdad, que sólo la menciono para mostrar la vívida fuerza de las sensaciones que me oprimían. Mi imaginación estaba excitada al punto de convencerme de que se cernía sobre toda la casa y el dominio una atmósfera propia de ambos y de su inmediata vecindad, una atmósfera sin afinidad con el aire del cielo, exhalada por los árboles marchitos, por los muros grises, por el estanque silencioso, un vapor pestilente y místico, opaco, pesado, apenas perceptible, de color plomizo”. El mismo misterio nos embarga ante otra visión, la de las imágenes de El hundimiento de la casa Usher (La chute de la maison Usher, 1928) de Epstein. En su adaptación del cuento de Poe nos cuestionamos ¿de qué materia entre la visión y el sueño están hechas esas imágenes? Pues como afirma el crítico Angel Quintana, “Epstein busca su aplicación en el trabajo de puesta en escena y crea un estilo capaz de otorgar a sus imágenes la fuerza de algo misterioso, difícilmente abarcable”.
Antes de la distinción entre narrativo y experimental, antes de la acuñación de términos -un tanto erráticos- como ficción o no-ficción, el cine explora, inventa y re-inventa sus posibilidades de figuración de lo real. En Francia, las imágenes de Abel Gance o Germaine Dulac despiertan en un joven Jean Epstein el hambre no sólo de hacer sino también de escribir sobre cine. Ellos le contagiarán el afán de experimentación con las posibilidades de un lenguaje que apenas tiene dos décadas de existencia. Eso es lo que respira el cine de Jean Epstein cuando en su cine lleva la representación de los cuerpos, de los rostros, a los límites de la figuración, descubriendo desde la realización pero también desde la escritura las infinitas posibilidades plásticas de una cámara de cine.
Sus nociones de la fotogenia, del ritmo, del primer plano hacen de Epstein no sólo un inventor de formas en sus películas sino también un visionario. Si sus aportaciones formales son indiscernibles de su aportación teórica, puesto que en el cineasta “la praxis sólo puede ejecutarse desde la fuerza del pensamiento” [3], Epstein es un pensador que se adelanta a su tiempo. Igual de poéticos que sus imágenes son los textos del cineasta francés. Como afirma Daniel Pitarch en “Sueña el cine que tiembla el mundo” Epstein ha escrito algunas de las más hermosas líneas, como éstas, sobre el primer plano: “No conozco nada más absolutamente emotivo de una expresión que un rostro librándose, al ralentí. Toda una preparación primero, una lenta fiebre que no se sabe si hay que comparar a una incubación mórbida, a una madurez progresiva o, más groseramente, a un embarazo. Por fin todo ese esfuerzo desborda, rompe la rigidez de un músculo. Un contagio de movimientos anima el rostro. El ala de las cejas y la punta de la barbilla laten a la vez. Y cuando los labios se separan por fin para indicar el grito, hemos asistido a toda su larga y magnífica aurora”. En el centro de la espiral, constelación de rostros imaginados por Pearl, el de ella se nos antoja como esa magnífica aurora descrita por Jean Epstein en el Alma al ralentí, un texto incluido en el libreto del DVD de Versus.
Notas:
- “When I left a screening of your film, I said to myself: ‘At last, the equivalent in images of Jean Epstein’s great texts’. Epstein is the one whose thought on what cinema can be and do went furthest – I mean in terms of completely reorganizing our categories, in particular our perceptual categories. And his final texts, highly political, are as remarkable as they are unknown. For me, La Vie nouvelle is the first film shot inside the human body – not only physiologically, but also in the sense of showing everything that dwells within us. I know of no other filmmaker who has attempted this, apart from Epstein in his writings”. En, BRENEZ, N., “The Body’s Night. An Interview with Philippe Grandrieux”. Rouge, June 2003. (leer la entrevista). ↑
- QUINTANA, A. & PITARCH, D. (coord.), Jean Epstein: La forma que piensa. Archivos de la Filmoteca, N. 63. Octubre, 2009. ↑
- QUINTANA, A., Una puesta en escena surgida de la teoría. Texto incluido en el DVD de Versus. ↑